Fray Jozo cuando fue trasladado a la parroquia de Medjugorje intentó comprometer a los fieles a interiorizar y vivir íntimamente la Eucaríistía, eje de la Santa Misa. Quería llevar a los fieles a sentir la presencia viva de Jesús y a desear quedarse algunos minutos más en la iglesia una vez finalizada la misa. Por experiencia sabía que con los hombres eso era difícil; entonces, después de la misa les pedía que se retiraran, reteniendo sólo a las mujeres. Todas se quedaban en silencio y con vivo interés seguían la meditación que para ellas era algo completamente inesperada:
“Siéntense con la espalda derecha, cierren los ojos, relájense y repitan dentro de ustedes: JE-SÚS, JE-SÚS, JE-SÚS, inspirando y expirando lentamente. Díganle todos sus problemas. Él les ayudará a soportar todas sus penas porque las ama infinitamente.
Nosotros que estamos leyendo este blogg tratemos de levantarnos todos los días y de hacer este tipo de oración que recomienda el padre Jozo. Será de gran bendición!!
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