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María: Tu Madre y mi Madre


Ayer por la tarde anduve caminando sola en los alrededores del santuario de Medjugorje, me encanta caminar en medio de los viñedos, por los caminitos de piedra, que son como pequeños atajos para acortar distancias, y casi todos te llevan a la iglesia.


En esta época del año casi no hay peregrinos, así que sentía que todo ese inmenso regalo de Medjugorje ¡Era solo para mí! Me sentía tan feliz que ¡Tenía ganas de gritar de felicidad! No había nadie a mi alrededor y estaba rodeada de un hermoso paisaje, montañas con sus puntas blancas de nieve, el cielo azul totalmente despejado y el sol brillando después de varios días de lluvia. ¡Cómo me ama la Virgen!, pensé. ¡Me está consintiendo tanto! Unos minutos después pasó junto a mí una muchacha de Eslovaquia y me dijo: - “Este es mi último día aquí, y cómo me ama la Virgen que salió el sol para mí”.


Eso me llevó a pensar en algo que nos sucede a muchos aquí en Medjugorje, todos los que venimos a este lugar de gracia, nos sentimos atendidos cada uno en particular por nuestra Madre del Cielo. Y realmente es así. Ella se toma el tiempo de atenderte, hablarte y consentirte de manera personal aunque hayan 80,000 peregrinos a tu alrededor.


En una de las homilías de estos días el sacerdote explicaba que la respuesta está en el Calvario, en el momento en que Jesús le dice a María, -“Mujer allí tienes a tu hijo” y al discípulo amado, -“Allí tienes a tu Madre”. Con estas palabras María es entregada al hombre, a cada uno y a todos como Madre. Por eso es que Jesús habla en singular, allí tienes a TU Madre y allí tienes a TU hijo, y no dice, allí tienes a miles de millones de hijos. Y es así, aunque una mamá tenga muchos hijos siempre ella tiene una relación personal con cada uno de ellos pero en esencia es el mismo amor.


Por eso María es única, particular y personalmente tu Madre y mi Madre y no nos pierde entre la multitud. Cada uno de nosotros es importante para Ella y solo está en espera de que hagamos cómo hizo el discípulo amado “… y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa” (Juan 19, 25-27)


Les seguiré contando…

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