"¡Queridos hijos! Hoy quiero invitarlos a rezar por las almas del purgatorio día a día.
Toda alma necesita oración y gracia para llegar a Dios y al amor de Dios. Y con eso, queridos hijos, obtienen nuevos defensores que los ayudarán en la vida a darse cuenta de que todas las cosas terrenales no son importantes para ustedes, que solo el Cielo es lo que necesitan para luchar. Por lo tanto, queridos hijos, oren sin cesar para que puedan ayudarse a sí mismos y a otros a quienes las oraciones les traerán alegría. ¡Gracias por haber respondido mi llamada! "(Nuestra Señora, 6 de noviembre de 1986)
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