Los medjugorianos trabajaban muy duro, en las viñas y en los campos de tabaco. Subían a los montes entre zarzas y piedras a pastorear las ovejas. Cuando al mediodía repicaban las campanas, se paraban con las herramientas en mano y decían en voz alta: “Bendito sean Dios y San Santiago!”, hacían la señal de la cruz: “En el nombre del Padre, del Hijo del Espíritu Santo!. Después de eso rezaban con devoción: “El Angel del Señor, anunció a María…” Lo hacían en honor a sus difuntos, por lo que les habían proporcionado y dejado, rezaban un “Padre Nuestro, Ave María y Gloria”. Después de haber orado, comían lo poco que tenían y regresaban al trabajo.
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